Por ejemplo: puedo diseñar el edificio más moderno con el software de moda o el más caro o, el más potente, pero, ¿qué pasa si cada archivo que tengo lo grabo con el nombre que buenamente se me ocurre? (lo típico que pasa cuando hay cambios en las versiones "casa-perez_final_bueno_ok_okdefinitivo.dgn"). Resulta que, si no me aclaro ni yo misma con la versión del diseño, seguramente a la obra no llegará la versión de planos aptos para construcción o no sabrán cuál es. Aun suponiendo que fuera super ordenada y tuviera un control estricto en mis archivos, cada actor que interviene en un proyecto va a la suya, cada quién ve por su propio proceso e intereses y, aunque esto es legítimo, no miramos por el proyecto y, en consecuencia, descuidamos los intereses de nuestro cliente. Por tanto, aunque yo utilice las herramientas más modernas del mundo mundial, el proceso del activo a construir (casa, hotel, departamentos, oficinas, centro comercial, etc.) es exactamente el mismo que hace 2 mil años:

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1.   El arquitecto diseña, su proceso puede ser desde el bosquejo en una servilleta hasta el software de realidad virtual más caro del mercado.

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2.   Cuando termina se lo envía al ingeniero para que calcule la estructura y como es un despacho "como Dios manda" utiliza toda la tecnología en boga aunque va totalmente a su bola.

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3.   Cuando termina el estructurista, entran las instalaciones, un desfile de contratistas, cada uno con su especialidad; esperando hasta que el otro termine su ingeniería para comenzar la suya. Créanme que en proyectos medianos raramente tienes la suerte de que sea un solo proyectista y, aunque corriera el amable lector con esa enorme suerte, se repite exactamente lo mismo que con el estructurista, cada quien va a lo suyo.

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4.   Después de un laaaargo "rifi-rafe" entre todos los antes mencionados y un cliente al borde del colapso nervioso, por fin comienza la tan ansiada etapa de construcción.

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5.  Entonces comienza la obra y probablemente el único que siga del equipo inicial del proyecto sea el arquitecto. Todos lo demás proyectistas han cobrado y se han marchado. El cliente piensa que como ha contratado a los despachos más tecnificados, su proyecto fluirá como el agua, no puede estar más equivocado. Comienzan los problemas: las instalaciones cruzan por trabes, columnas o losas, arquitectura no coincide con estructura, el polígono del terreno no coincide, el proyecto empieza a cambiar conforme se va avanzando en la obra. Contratistas y subcontratistas entran y salen cuando han terminado su trabajo y la historia se repite, cada uno va a su bola. En fin, un verdadero Viacrucis para el pobre cliente.